La producción ovina en Uruguay
La producción ovina ha sido una de los grandes protagonistas en la historia del desarrollo económico y social del Uruguay. Durante mucho tiempo fue el principal rubro proveedor de divisas del país y jugó un papel fundamental en el aprovisionamiento de materia prima, base de nuestra industria textil nacional y de las principales fuentes alimenticias que tiene nuestro entorno rural hasta hoy.
 
En 2019 la producción ovina continúa siendo protagonista de la estructura exportadora del país. Durante 2018 se exportaron en todos los rubros 327 millones de dólares representando la carne ovina un 21% del total, alcanzando los 69 millones de dólares. 
 
Históricamente el sector ovino ha tenido un alto valor para Uruguay y su población. Este valor se mantiene vigente en la medida que continua ubicado en los primeros lugares de la matriz de exportación de bienes del país.  
 
Un aspecto relevante del rubro ovino es que asienta la radicación de la población al medio rural debido a las implicancias del manejo. Este tipo de producción se ubica en diferentes puntos del territorio nacional generando mano de obra en diferentes puntos del país. Entre las inversiones que colaboran en este proceso de relevancia productiva se encuentran aquellas relacionadas con el funcionamiento de frigoríficos y mataderos, peinadurías de lana, curtiembres y el trabajo de tejidos de punto, entre las más relevantes.


Un poco de historia

La producción ovina ha sido una de los grandes protagonistas en la historia del desarrollo económico y social del Uruguay. Durante mucho tiempo fue el principal rubro proveedor de divisas del país y jugó un papel fundamental en el aprovisionamiento de materia prima  permitiendo el desarrollo de la industria textil nacional así como obtener una de las principales fuentes alimenticias en el desarrollo rural de nuestro país y lo sigue siendo en el presente.

Aunque discutido, es muy probable que los primeros ovinos ingresados a la Banda Oriental fueran anteriores  a los primeros vacunos y equinos traídos por Hernandarias en el año 1611. Según Mena Segarra  las primeras introducciones de cabezas ovinas se remontan a 1608 cuando los portugueses construyeron la “Nova Colonia do Sacramento”; fueron ovejas de las llamadas “churras” de poca lana, sin rizo y de muy baja calidad y que darían origen luego a la oveja criolla. A partir de entonces la presencia del ovino en la generación de riqueza de nuestro país fue cada vez más importante.

A fines del siglo XVIII ya existían registros de exportaciones de lana mientras comenzaba la introducción de razas ovinas con el objetivo de mejorar la oferta de lana de exportación y la producción de carne. Entre 1792 y 1796  los registros de exportaciones de lana sucia llegaban a 31 mil kilogramos y fueron en esos años que se introdujeron los primeros animales Merino (10 carneros y 20 ovejas), procedentes de Cádiz y traídos por Manuel José Lubarden.

La prosperidad ganadera  se detiene y comienza a revertirse en  la primera mitad del siglo XIX como consecuencia de las descontroladas matanzas vacunas y ovinas que caracterizaron ese  período de emancipación y revoluciones armadas. En 1852, un año después de la Paz de la Guerra Grande, el censo ganadero registraba 2 millones de vacunos y 800 mil lanares de los cuales 660 mil eran de raza criolla y el resto mestizos.

Sin embargo, los intentos de continuar con la mejora genética de la población ovina se mantuvieron: La introducción de razas mejoradoras ovinas desde Inglaterra y España llevada adelante por Juan Jackson y Francisco Aguilar en 1830 dio inicio a un período de inversión que será la base de un fuerte crecimiento a partir de 1860; en 1838 se importaron 300 ejemplares Merinos del tipo francés de Naz, adquiridos por la cabaña Giraud; en 1840 se introdujeron los primeros ejemplares de la raza sajona Negrette y de la raza South Down; posterior a la Guerra Grande, en 1854 Walker importa varios lotes de Romney Marsh y el Sr. Ordoñana trae Merino Mauchamps; un año después el Sr. Giot introduce varios lotes de carneros Rambouillet y en 1862 ingresaron los primeros ejemplares de la raza Lincoln comprados por Antonio y Teodoro Prangue.

Comienza entonces una época de fuerte impulso de la producción ovina. En 1860 se alcanzaba una población ovina de 2.6 millones de cabezas dentro de una mezcla desordenada de muchas razas que se cruzaban con la criolla. Doce  años después  esa cifra se multiplicó por siete alcanzando un valor de 20 millones de cabezas. Esta notable expansión del ovino estuvo propiciada por una coyuntura externa muy particular de aumento de la demanda de lana a raíz de  la ausencia exportadora de algodón sureño de América del Norte como consecuencia de la Guerra de Secesión (1861-1865). Las altas tasas de crecimiento de la producción  ovina se mantuvieron en los años posteriores registrándose durante el  período 1896 y 1900 un promedio anual de lana exportada de 40,3 millones de kilogramos de lana sucia.

Por un lado, la demanda externa  de lana liderada por Gran Bretaña  promovía el desarrollo de una orientación lanera -la que a nivel productivo fue canalizada principalmente a través del mejoramiento de la raza criolla con cruzamiento de razas laneras como Merino, Rambouillet y Negrette-, pero por el otro, comenzaron a aparecer señales, aunque de mucho menor intensidad, de una industria frigorífica incipiente que generó condiciones para la introducción de razas con orientación carnicera como Lincoln y Romney Marsh.

Siglo XX, un siglo lanero

El crecimiento persistió en los comienzos del siglo XX y para ese entonces la lana ya se mostraba  entre los primeros rubros proveedores de divisas. Durante el período 1916 – 1920 las exportaciones de lana alcanzaron un promedio anual de 38,5 millones de pesos y representaron el 37% de total de divisas ingresadas en el país. Luego de este período de expansión y  proliferación de cruzamientos comenzó una nueva etapa dirigida a la mejora de la calidad de la lana y una mayor homogenización de la producción a nivel nacional. Fue a partir de 1935 que este proceso estuvo liderado por la Comisión Honoraria de Mejoramiento Ovino.

Se  compuso en consecuencia, un mejor posicionamiento de la  lana uruguaya en los mercados externos que permitió que en toda la década del 50 la lana generara más del 50% de las divisas ingresadas al país ante una inusual expansión de la demanda externa provocada por la Postguerra y la Guerra de Corea con subas espectaculares en los precios internacionales. 

No obstante fueron esos altos precios internacionales de la lana los que favorecieron las inversiones en la fabricación de fibras sintéticas alternativas,  estimulando un gran crecimiento de la producción de fibras artificiales y provocando desde fines de la década del 60 un profundo e irreversible cambio en la industria y el comercio textiles. El mercado de fibras ya no volvió a ser el mismo.  En este nuevo escenario -de mitad de la década del 70 y fines de los 80 con  mayores competencias para la fibra lana- se procesan tres cambios muy importantes que  permitieron mantener la competitividad de la misma: Relocalización del capital industrial de los países de industrialización avanzada hacia zonas de menores costos de producción – Ingreso de China al mercado mundial de textiles – Puesta en marcha por parte de Australia y luego Nueva Zelanda de un sistema de comercialización de lana con precios sostén que le otorgó estabilidad al precio internacional de la lana y que estuvo vigente hasta la crisis del sistema en 1991.

En el Uruguay estos cambios se vieron reflejados en la estructura y el aumento de las exportaciones de lana con mayor grado de industrialización  y una modificación de los destinos de esas exportaciones. De un perfil exportador de lana sucia en la década del 70 y 80 con Rusia, Checoslovaquia y Yugoslavia como principales compradores, el país pasó a tener un perfil de exportaciones de tops de lanas peinadas con China y Europa (Alemania, Italia y Reino Unido) como principales compradores. El siglo XX fue un siglo ovejero con un peso preponderante en la producción de lana. La población ovina se mantuvo siempre muy por encima de la bovina y llegó a más que triplicarla a comienzos de la década del 90. Los precios de la lana llegaron por largos períodos a estar seis veces por encima de los de la carne vacuna.

Finalmente en la década de los 90 se inició una sostenida liquidación en la población ovina del Uruguay. Fue una década de dificultades económicas derivadas de la caída del sistema económico de los países socialistas, la crisis del sistema australiano de precios sostén, la desaparición de las corporaciones laneras de Australia y Nueva Zelanda y la formación en Australia de un stock de lana de 4,6 millones de fardos que permaneció y  presionó a la baja los precios hasta comienzos del siglo XXI. Los precios internacionales de la lana cayeron. El negocio de la lana se redujo y la población mundial de ovinos cayó en forma sostenida. Uruguay no escapó a estos resultados y la década transcurrió con una reducción de 1,3 millones de cabezas anuales. El espacio dejado por el ovino comenzó a ser ocupado por otros rubros: la forestación, la agricultura sojera, la ganadería  bovina de carne y la lechería cubrieron los lugares dejados por la ovinocultura.

Rubro ovino y carne de calidad
 
- Uruguay es el 5º país exportador de carne ovina del mundo luego de Australia, Nueva Zelanda, India y la Unión Europea.
- La carne ovina de calidad surgió como producto desarrollado por SUL para mejorar la rentabilidad y la sustentabilidad de los sistemas ovinos de Uruguay.
- Cordero pesado tipo SUL, cordero precoz y el cordero precoz pesado son las principales categorías de carne ovina de calidad. El cordero precoz se logra a través de cruzamientos con razas terminales carniceras sobre nuestras majadas tradicionales.
- SUL brinda capacitación, asistencia técnica y transferencia de tecnología en articulación con los actores de la cadena asociados con industrialización y comercialización.
- Compartimentos ovinos: una iniciativa interinstitucional para acceder a  mercados con carne ovina con hueso. Es una innovación uruguaya de bioseguridad animal para producción de carne ovina de alta calidad.


Exportaciones de lana:

- En lana peinada en tops ocupamos 3er luego luego de China y Republica Checa.
- En lana lavada y sucia juntas Uruguay ocupa el noveno lugar.
Fuente: Informe IWTO

- En 2018 las exportaciones de lana fueron de US$ 327 millones.
- Las exportaciones de lana sucia lavada y peinada representan el 72% (235millones)
- Dentro de estas, lana lavada y peinada lidera con 55%, lana sucia con 23% y lana lavada 22 %
- Mas de 30 destinos se alcanzan con las exportaciones de lana de Uruguay.

Video de interés en http://www.lanastrinidad.com/
Razas ovinas en Uruguay: https://www.sul.org.uy/sitio/Fotogaler%C3%ADa